domingo, 30 de noviembre de 2008

El gallo de Rello



Hoy mis amigas- hermanas, me han hecho un regalo con fotografías de colores, sonidos y sabores especiales, con sabores a pueblo, a leña quemada, al humo que saliendo por la chimenea nos anuncia que en la casa, sus gentes empiezan la jornada con el café de malta y leche migada, los torreznillos con el huevo frito recién puesto de las gallinas que nos salen al paso por las calles empedradas o de tierra, unas setas… esas cosas que desde la lejanía se añoran tanto.

Concha e Isabel han ido a coger setas. El níscalo es la especialidad en el monte soriano, ese exquisito manjar tiene un especial sabor a la buena tierra que las hace únicas, y las setas (en este caso, la seta azul) tienen la finura, que ya desde su color, apunta a la exquisitez

Otro de los placeres de las setas sorianas está en ir a cogerlas, el aire puro del monte pinar es, oxigenarse, es limpiarse los pulmones, y es recrearse en la limpieza del monte, al que los sorianos miman, cuidan como un gran parque para disfrute de todos.

…Rello. Entre los ríos Torete y Escalote, este último encauzado a lo largo de la muralla, fiel servidor del pueblo.

Un pueblo para soñar, para añorar el sabor antiguo de pueblo medieval, pueblo con una impresionante muralla de piedra que aprovechando la montaña, hace que sea una mezcla entre la mano del hombre y la fuerza de la madre naturaleza, guardando celosamente toda su historia, todo su sabor. Entre otros, un pequeño castillo, un rollo jurisdiccional de hierro, puertas de arquería noble… restos de historia que se mantienen en pié, desafiando al tiempo.
En sus montes, zorros y jabalíes conviven con los buitres que, desde sus cuevas altas vigilan con su impresionante olfato carroñero.

Sus tierras, donde el cultivo de cereales las hace mágicas a la visión de los visitantes, ya sea con el verde en primavera salpicado de amapolas ó el rubio en verano entre hermosas espigas que, más tarde, serán nuestro pan, dejando los rastrojos para que el sol los acaricie y brillen como briznas de oro, donde las flores de lavanda y manzanilla aparecen entre ellos, mostrando ese otoñal y hermoso tapiz natural.

Es un pueblo tan impresionante que, paseando por sus calles, retrocedemos mil años, o ganamos mil años que teníamos olvidados en el tiempo.

Sus gentes, de pura raza, cuentan sus historias, sus leyendas, sus trabalenguas, y mantienen intactas sus costumbres, amasan su pan, recogen su miel, cazan sus liebres, conejos, jabalíes…Y sobre todo, cuidan su pueblo y sus tierras, vigilan que cada piedra continúe en su sitio para no romper su historia.

De Rello es esta foto que mis amigas me han mandado, este precioso gallo, como ven, está en plena libertad.

Este hermoso gallo, ajeno al éxodo de los habitantes de Rello cantará al salir el sol para despertar a los pocos vecinos que quedan, apenas seis familias, casi todas emparentadas entre sí, que cuentan entre todas, una treintena de personas dedicadas al cultivo de sus campos y su ganadería.

Nada añoro más que ser despertada por el canto del gallo, mientras tras los viejos cristales, sujetos entre las rústicas maderas de diminutas ventanas cuadradas, las nubes van deshojando copos de nieve que, silenciosos, van cubriendo el paisaje con el manto blanco invernal.

… Escuchar el gruñir del cerdo, el mugir de la vaca, el melódico relincho del caballo, el cansino rebuzno del humilde y entrañable burro, el cacareo de las gallinas, y el pío pío de los polluelos, mientras el reloj de la iglesia toca las horas y los cuartos, todo me llevan a mi infancia, a mi adolescencia, a mis primeros sueños de juventud, al baile con música de gramola, a ir a la fuente a por agua, mi primer suspiro, mi primera poesía.

¡Gracias! Por traerme tan hermosos recuerdos en forma de setas y de este precioso animal madrugador.

La leyenda dice -El rollo de Rello es de yerro – un trabalenguas que las gentes de por allí conservan contándolo de abuelos a nietos. Yo, a la vista de este gallo amplío la oración y digo… El gallo de Rello, el pueblo que tiene el rollo de yerro (hierro).

Uno de mis anhelos es pasar mi último tramo de vida en un pueblo de las tierras sorianas como Rello, Caltojar, Berlanga, es como desandar el camino, donde ahora, parte de mi corazón está enterrado bajo esas tierras, Berlanga…volver a casa.

Isabel

1 comentario:

Anónimo dijo...

Da gusto enviarle fotos a Isabel, ella hace hermosos relatos. Rello se lo merece, es difícil encontrar un pueblo más auténcico. Más de una chuletada nos hemos comido juntas a la orilla del río, las murallas a la vista, cuando las dos, inocentes, creíamos que aquella felicidad duraría.